sábado, 7 de julio de 2012

TIEMPO Y SALUD


TIEMPO Y SALUD

Miguel A. Römer R.

Dedicado a mi esposa, a mis hijos, a mis nietos,
a los hijos y nietos de todos los venezolanos,
a los hijos y nietos de todas las personas de
buena voluntad.

       Sócrates, el gran filósofo griego, condenado a muerte por los atenienses,  fue encarcelado y envenenado con cicuta;  a los 71 años de edad, 399 años a.C. Se le acusó  de corromper a la juventud y de negar a los dioses.   

       Convencido de la inmortalidad del alma, desdeñó todas las alternativas que le fueron ofrecidas para evitar que se cumpliese la condena.  De nada  valieron los esfuerzos de sus discípulos y admiradores para salvarlo.  Tranquilo y confiado manifestó, que como buen ciudadano, en concordancia con lo que había enseñado durante toda su vida, la sentencia tenía que cumplirse.  En efecto, había sido dictada por la mayoría de los senadores;  en consecuencia era "legal", a pesar de  haber logrado argumentarla con bases indiscutibles,

       No es el momento de  considerar cuales fueron las verdaderas causas para que fuese condenado a muerte, o al exilio como alternativa.  Pero el hecho es, que tal como lo aseveró, su alma inmortal permanece activa. Permanece viva también en los Diálogos de Platón, obra maestra de su pensamiento.  Y a veces, con el consentimiento del Todo Poderoso, se presta para dialogar con lo humanos. 
      
       Hoy estará entre nosotros,  conversando con representantes de nuestra actual civilización, preocupados por el malestar mundial existente, con los consiguientes trastornos de la salud, tanto espiritual como física.  Y como es lógico pensar, están especialmente interesados en discutir la situación en nuestro medio. 
      
       Los interlocutores serán esta vez el médico Carlos,  -omitiremos los apellidos- el psiquiatra Rodolfo, Amelia, ama de casa, Gustavo, sociólogo y Aquiles, filósofo. 

       -Aquiles. "Sócrates,  estamos acá reunidos, porque nos preocupa la situación en que vivimos la mayoría de los que integramos la clase media, aquella sobre cuyos hombros descansa el devenir del país y su futuro;  y quisiéramos oír tu opinión orientadora a este respecto.   Corremos desde la mañana hasta la noche, y el tiempo no nos alcanza para todo lo que "tenemos que hacer".   Para la mayoría, el reloj no es otra cosa que una fuente de angustia. 

       -Sócrates.  "Aquiles, tu como filósofo, sin duda habrás reflexionado sobre este aspecto.  ¿No te parece que sería interesante precisar, que entendemos por angustia?”. 

       -Aquiles.  “Ciertamente Sócrates, pero quizás sea Rodolfo, nuestro amigo psiquiatra, el mas indicado para responder esta pregunta. 

       -Rodolfo.  “ Pienso que la angustia o ansiedad es un estado anímico, de miedo a no lograr afrontar la realidad que nos imaginamos.   Un estado de zozobra que embota los sentidos, impidiendo a la persona angustiada,  percibir objetivamente lo que acontece a su alrededor.  Esto trae como consecuencia apreciaciones erradas con sus consiguientes yerros,  que solo sirven para aumentar el nivel de angustia.  Y así se cae en un círculo vicioso cada vez mas profundo, que lleva a un contingente grande de personas, a la depresión.  Solamente en Norteamérica hay unas 12 millones de personas (10 % de la población) que toman antidepresivos.  Pero antes de seguir adelante, pienso que es conveniente precisar la noción de tiempo, ya que el objeto de esta reunión, es analizar la relación entre la angustia en el mundo moderno en función del tiempo.  Y en mi opinión sería Sócrates el mas indicado a estos fines”.

       -Sócrates.  “No es fácil la tarea que me has encomendado.  ¿Que les parece si hacemos un recuento histórico respecto a la noción del tiempo". 

       A esta proposición respondieron afirmativamente  todos los asistentes. 

       -Sócrates.    Para el hombre primitivo la noción del tiempo era prácticamente inexistente.  Se limitaba él a observar la recurrencia de los fenómenos naturales, la alternancia del día y la noche, los cambios de las estaciones, épocas de lluvia y de sequía, de calor y de frío, el lapso entre el nacimiento y la muerte.
                Al comenzar el hombre a cultivar la tierra, fue cuando se dio cuenta de la importancia del tiempo, para predecir la época de sembrar y la época de cosechar, estableciendo una relación entre estas épocas y el movimiento de los astros, que ya había interesado previamente, a algunos observadores.  Allí nace la noción de tiempo, es decir, la noción de la existencia de cambios de duración limitada, cuya secuencia se repite periódicamente en el "tiempo".   Así el hombre adquirió consciencia de que  su existencia  y la de todo su entorno inmediato, tiene una duración limitada, y la persistencia de esta duración, ha sido lo que hemos llamado tiempo. 
              Definir la noción de tiempo en base a sus características es imposible.   Se trata de una noción absolutamente abstracta.  Que solo adquiere significado cuando se la relaciona a hechos, a acontecimientos, al desplazamiento de las agujas del reloj.  
              Cuando Einstein lanza su teoría sobre la "relatividad", el factor tiempo adquiere una nueva dimensión: un mismo acontecimiento es apreciado como difernte, cuando es observado desde dos puntos, cuya distancia al mismo son desiguales. Estas apreciaciones difieren entre si en base al factor tiempo; al tiempo que tarda este acontecimiento, en ser percibido por el uno y por el otro.  
              Así el tiempo ha venido a ser la cuarta dimensión del universo.  Y como la existencia de "algo" solo es posible cuando existe lo "contrario" -no existiría el blanco sino existiese el negro- se desarrolló coincidencialmente la noción de "eternidad".             
A partir de lo expuesto, sería interesante ahondar un poco mas en este tema, y creo que el amigo filósofo podría decirnos que piensa él al respecto".

       -Aquiles. "A los fines de esta reunión me parece que es muy importante señalar, que el factor tiempo es un "recurso" -por llamarlo de alguna manera- absolutamente no renovable.  Lo cual trae como consecuencia, que lo que se deje de hacer hoy, es muy probable que no sea posible hacerlo mañana; a veces no llega a hacerse nunca.  Pero creo que Gustavo, nuestro amigo sociólogo,  podría aportarnos conceptos valiosos en lo que respecta al aprovechamiento del tiempo en el desarrollo de las sociedades humanas".

       -Gustavo. "Acepto con gusto intervenir en ese sentido, y la contestación podría resumirla expresando lo siguiente:  Las sociedades diligentes, aquellas en las cuales haya mas personas que aprovechan el tiempo al máximo,  son las mas prósperas.  En las tribus primitivas  la noción del tiempo es casi inexistente: sus integrantes viven el momento, confiados en sus dioses, sin preocuparse en demasía por el futuro.  Pero  tengo claro,  que faltaría por definir lo que entenderíamos por prosperidad; y pienso que Sócrates sería de nuevo la persona indicada a estos fines".

       -Sócrates. "Antes quisiera hacerle una pregunta a Gustavo:  ¿Prosperidad significa bienestar, felicidad?". 

       -Gustavo.  ¡Ciertamente!
       -Sócrates. "Los Estados Unidos de Norteamérica es un país próspero, el mas rico y poderoso del mundo.  En consecuencia, de acuerdo a lo expuesto, sus habitantes deberían ser los mas felices del mundo.  Sin embargo, nos acaba de decir Rodolfo que unos 12 millones de ellos consumen antidepresivos, la drogadicción alcanza niveles alarmantes, los suicidios en adolescentes van en rápido crecimiento, y niños matan a tiros a sus compañeros y maestros sin una justificación razonable. Algo similar, en menor escala, está sucediendo en los países industrializados de Europa.  Gustavo ¿crees sinceramente que puede aseverarse,  que la prosperidad está indisolublemente ligada a bienestar, a felicidad? 
      
       -Gustavo.  "Tienes razón, Sócrates,  no había pensado en ello; me parece que habría que definir un poco mas lo que entendemos por prosperidad y felicidad, Ya llegamos a un acuerdo anteriormente al tratar sobre la angustia.  Prosperidad y felicidad son temas que raras veces se tratan en profundidad en el medio ambiente moderno, en parte porque "no hay tiempo para ocuparse de ellos" porque 'hay cosas mas importantes que hacer".  Comencemos por oír a Amelia nuestra "ama de casa" que, además es una profesional competente e inteligente. 

       -Amelia.  "Tengo 38 años de edad,  me considero una mujer moderna, tengo un título universitario en ingeniería de sistemas, tengo 3 hijos, un varón de 13 años, una hija de 11 y otro varón de 9.  Podría decir que somos una familia de clase media alta: con lo que gana mi esposo y yo hemos podido adquirir un  apartamento, tenemos dos automóviles, tomamos  vacaciones una vez al año,  y hacemos frente a nuestros gastos.  Pero el tiempo no nos alcanza: tenemos que llevar los hijos al colegio y buscarlos luego. Tengo que atender los quehaceres de la casa -solo dispongo de una ayuda que asiste dos veces por semana- ir de compras al automercado, hacer largas colas en el tráfico, en las taquillas, preparar mis clases para los alumnos en la Universidad, donde trabajo a medio tiempo.  
              No soy del todo feliz, considero que el día se me va,  en su mayor parte, en cosas triviales, como hacer colas, por ejemplo.  Desearía disponer de mas tiempo para compartirlo con mis hijos y mi esposo; que normalmente llega tarde y cansado al hogar, sin ánimo para mas nada como no sea ver televisión, la droga moderna que embarga la mente y  exime de pensar.  Siento que me falta algo. 
              Tengo plena consciencia de que los logros materiales solo producen una pseudofelicidad: una felicidad superficial, pasajera.  Y yo desearía adquirir la verdadera, la que descansa sobre bases inconmovibles y eternas.  Pero para ello se requiere un tiempo de el cual no dispongo; tiempo para conformar mi mentalidad en ese sentido, para aprender a distinguir el oro de las bagatelas.  Esto lo aprendí del trabajo titulado Felicidad y Salud (Bol. DIRSANIFA (1997) 8:3, 30-32).
              Pero quisiera oír de nuevo a  Gustavo, quien como sociólogo podría aportarnos mucho en la temática que nos ocupa".

       -Gustavo.  "Observo con interés, que de acuerdo a lo expuesto por Amelia, para ella la prosperidad no es sinónimo de felicidad, de bienestar.  Creo que este es un hecho indiscutible y se me ocurre, que la causa de esto es, que el mundo, especialmente el mundo occidental, se ha dado a la tarea de producir bienes de consumo en masa,  convenciéndonos, de que son indispensables para ser felices.  Pero estas "necesidades maravillosas" cada día mas numerosas, requieren,  cada vez mas de nuestro tiempo, un factor limitado, y de la mayor importancia;  y como concluimos arriba: NO RECUPERABLE.        
Ahora bien, creo que es el momento oportuno de pedir opinión a Sócrates, porque de acuerdo a lo que hemos andado, prosperidad y felicidad no son sinónimos, a pesar de la intensa y costosa propaganda, con la cual somos bombardeados día a día por los medios de comunicación de masas". 

       -Sócrates.  "Sí, estoy de acuerdo con el planteamiento de Gustavo.  ¿No creen ustedes que acaso el enfoque de la sociedad moderna del mundo occidental es errado?  ¿Que piensa nuestro amigo y filósofo Aquiles al respecto?".

       -Aquiles.  "Pienso, que si alguien tiene mucho que aportarnos eres justamente tu, Sócrates, porque tuviste la oportunidad de vivir en la época en la cual estos adelantos de la ciencia y la tecnología  no se vislumbraban en el horizonte.  Sin embargo,  ¿no había acaso personas felices en aquellos tiempos?  Ya que de ser así, tendríamos que concluir que toda la tecnología y el avance científico moderno, no son indispensables para lograr la felicidad.  En consecuencia pienso. que realmente vamos por un camino errado: estamos invirtiendo el recurso mas precioso de que disponemos, en la adquisición de recursos materiales, convirtiéndonos cada vez mas en esclavos de los mismos. 
       Pensamos que no se puede vivir sin una refrigeradora, sin un equipo de sonido, sin un horno de microondas, etc., etc., etc..  Y si alguno de estos artefactos se daña, de inmediato hay que realizar todos los trámites necesarios, no siempre fáciles y expeditos,  para lograr repararlo a la mayor brevedad.  Mas aparatos… mas problemas, mas esclavitud.    Y todo esto, no contribuye realmente a la felicidad verdadera. Estos bienes de consumo,  por lo general, no fueron diseñados para aportar felicidad, lo fueron mas bien, para obtener un beneficio económico.  Quisiera dejarle a Sócrates, que nos explique donde está la falla y que se entiende por felicidad verdadera". 
                                                               
       -Sócrates .  “La respuesta no es tan sencilla como puede parecer a simple vista.  Yo viví en una época en la cual no existían las angustias de los tiempos modernos.  No habían bienes de consumo masivos.   Se producían alimentos, vestidos y calzados, solo los necesarios; y armas, carros de combate  y barcos para la defensa,  o en aras al afán de poder y enaltecimiento del ego, condiciones inherentes al ser humano desde su creación. 
              La vida era apacible, muy limitadas las ambiciones de las masas, no necesitaban gran cosa para subsistir y ser felices. No existían las enormes diferencias sociales actuales, el desempleo creciente ni las grandes masas de personas dedicadas a mantener y desarrollar la maquinaria destinada a la "prosperidad".  Había tiempo para pensar, para educarse, para las artes, y para desarrollar la parte espiritual del hombre.  Hubo grandes hombres en esa época, tan grandes, que su pensamiento y acción todavía persisten.
              Mas difícil es definir la felicidad.  Para mi consiste en un estado de consciencia apacible, tranquilo, armónico, basado en una paz interior, producto a su vez del amor y respeto por mi mismo, por los demás, por los Dioses…y por todo lo creado.  Para ello consideré de la mayor importancia "conocerme a mi mismo". 
              En consecuencia dediqué mi tiempo, mi vida, al estudio del hombre, especialmente de su parte espiritual e inmortal, y de las cosas, en cuanto a su significado e importancia en relación a lo anterior.  Enseñaba y estimulaba a la juventud en esa dirección, sin cobrar un centavo por ello.  Lo cual molestó a los pseudosabios, que cobraban fuertes sumas por sus "enseñanzas".
   
              No poseí dinero ni fortuna.  No me interesó invertir tiempo en asuntos efímeros, y en consecuencia triviales.  Cuando se me hizo saber que mi sentencia de muerte podía ser cambiada mediante el pago de dinero, manifesté que carecía de fortuna alguna.  Pero tampoco acepté el dinero que algunos de mis discípulos, generosamente, pusieron  a mi disposición a esos fines.

              Fui feliz en la tierra, desarrollando y enseñado mi sabiduría, desenmascarando a los hipócritas y pseudosabios.   Porque les estorbaba fui sentenciado a muerte, pensado ellos que así me perjudicarían, que me atemorizarían. Caro pagaron su infamia. Perdedores fueron ellos y  Atenas.  A mi me hicieron un favor: ahora estoy mejor que antes; tengo  la felicidad mas completa, libre mi alma de las apetencias y achaques del cuerpo.

              No acostumbro hablar de mi.  Pero el motivo de esta reunión es averiguar, considerar, si el hombre de hoy, en medio del adelanto científico y tecnológico es más o menos feliz, que lo que pudo ser el hombre de antaño, carente de los mismos, y nada mas sencillo que comparar la época que me tocó vivir con la actual.  Les pregunto: ¿No creen ustedes que para lograr la felicidad se requiere invertir tiempo?".

              "Sin duda alguna, respondieron unánimemente". 

       -Sócrates. Acordamos que el tiempo es un recurso no renovable; es decir, que el tiempo que pasa no volverá nunca jamás.  Lo cual significa que deberemos aprovecharlo lo mejor posible, en beneficio de nuestro bienestar, de nuestra felicidad íntima.  Rodolfo, ¿estarías de acuerdo en esto?

       -Rodolfo.  "Claro está, que no puedo pensar de otra manera". 

       -Sócrates.  Entonces plantearemos lo siguiente: ¿Como vamos a invertir nuestro tiempo? -cuantitativamente es el mismo para cada ser humano- ¿lo invertiremos para lograr nuestra felicidad y por ende la de quienes nos rodean, o para la adquisición de bienes materiales?  Pero antes de responder esta pregunta, queridos amigos, recordemos que dijimos al comienzo, que aparentemente la sociedad actual, especialmente la occidental, en un alto porcentaje no parece ser una sociedad feliz, a juzgar por los síntomas que presenta: drogadicción, suicidios, masacres, depresión, etc. etc.".

       -Rodolfo.   "Sócrates, tengo que decirte que nos complace sobremanera, que hayas aceptado esta invitación.  En efecto, nos estás llevando a tu manera, a pensar y ahondar en una serie de aspectos, en los cuales no habíamos tenido ocasión de profundizar. 
              Actualmente no se dispone de tiempo para invertirlo en  el cultivo de la persona humana como tal.  La masa humana de hoy en día, está conformada por seres sin individualidad propia,  similares a una pieza de maquinaria,; ha ido perdiendo paulatinamente sus características propiamente humanas, en el mas profundo sentido de la palabra. 
              Y la meta de los diferentes niveles de esta masa es, alcanzar el tren de vida de los niveles superiores, la adquisición de lo mas moderno en tecnología.  La meta es esencialmente material y en ella invierten todas sus fuerzas. 
              Me imagino Sócrates, que no existiendo tecnología ni bienes de consumo como en la actualidad, no habría esas ansias de posesión, de ascenso en base a lo material.

       -Sócrates.  "Has dicho bien Rodolfo.  No existía esa angustia, la derivada del afán de poseer.  Si es que tampoco era mucho lo que se podía poseer.  Los poderosos tenían ciertamente mas comodidades, joyas y vajillas lujosas, servidumbre.  Pero no existían las diferencias abismales entre los que hoy llamamos pobres y ricos.  ¿Que piensas de este planteamiento Aquiles, nuestro amigo filósofo?

       - Aquiles.  Sócrates has tocado un tema de una profunda trascendencia, pero ahondar en él nos sacaría de lo que hemos querido plantear esta vez: la relación entre el factor tiempo y felicidad.  Hay una palabra que no hemos mencionado hasta ahora y es la cultura, el camino transitado por el hombre, desde mas allá de la historia, para  desentrañar el enigma de la vida y de la muerte, alcanzar su seguridad interna, su felicidad, disfrutando del bienestar producido por el desarrollo de sus condiciones íntimamente humanas.  Y pienso que no es posible llegar a ser culto, sin invertir tiempo, mucho tiempo,  en adquirir  los conocimientos necesarios.  Pero en la cara de Amelia puedo ver el deseo de intervenir. 

       -Amelia. "Te has expresado con claridad, Aquiles, pero dime: ¿Como y donde se adquiere esta cultura? 

       -Aquiles.  "La base de todas las culturas ha sido el conocimiento innato, que a cada ser humano le señala la diferencia entre el bien y el mal. 
              Las religiones han sido los pilares de las diferentes culturas. 
              La cultura comienza en el hogar, con la buena educación y el ejemplo. Se transmite de generación en generación; no se compra en droguería ni en establecimiento comercial.
              Nuestros ancestros transmitían su cultura con el ejemplo y de viva voz, de generación en generación
              Hoy en día los padres carecen de tiempo para educar a los hijos y, carentes ellos de cultura, no pueden transmitirla a la descendencia
              Los colegios, despertando en el niño y en el joven el entusiasmo por las artes, la filosofía y los grandes pensadores, constituyen el segundo escalón en la escalera de ascenso.  Las universidades impartían cultura en el siglo pasado.  A partir de finales del mismo solo imparten conocimientos parciales, inherentes a una determinada materia.  Ya hoy en día los profesionales universitarios solo conocen lo que corresponde a su materia.  Ortega y Gasset los llamó los "bárbaros modernos".   Con la diferencia de que el poder de  los bárbaros de antaño se limitaba a su fortaleza y a su inteligencia e intuición primitivas; en tanto que los modernos disponen de un poder casi ilimitado, gracias a las actuales tecnologías.  Y así vemos como dos individuos fueron capaces de provocar  la destrucción de todo un edificio en Oklahoma, 
              Los buenos libros son una fuente inagotable de cultura; pero las generaciones modernas no leen: les falta tiempo para ello, o su estado de ánimo no se lo permite.  Dedican en cambio mucho tiempo a la "anticultura", a los programas de televisión; en su mayoría intranscendentes, cuando no degradantes. Espero Amelia, haber contestado escuetamente tu pregunta.  Será interesante que Gustavo, el amigo sociólogo,  expresara su opinión en relación a lo que expuse.

       -Gustavo.  "Gracias Aquiles por tu valoración de mis escasas capacidades, al pedirme opinar sobre lo que tan brillantemente expusiste.  Lanzaste, como quien no quiere la cosa, una dura crítica a nuestra sociedad actual.  Una crítica despiadada.  Pero no puedo decir otra cosa, sino que tienes toda la razón.  Hemos vuelto a la barbarie, nos hemos despojado de las adquisiciones culturales  alcanzada en miles de años. Para volver al mas genuino primitivismo, disfrazado reforzado a la enésima potencia con los atuendos y el poder que la moderna tecnología permite.  Pero, como se ha venido vislumbrando a lo largo de esta exposición, la civilización moderna, basada en los avances de la técnica y de las ciencias, no ha contribuido a la verdadera felicidad de sus hombres, a la felicidad de las masas.  Se ha logrado todo lo contrario: crear ambiciones desmedidas por todo lo que brilla.  Me parece que Rodolfo, con sus conocimientos de psiquiatría podría redondearnos la fascinante temática que estamos abordando.

       -Rodolfo.  "Realmente, algo está ocurriendo.  Y la causa está, de acuerdo a mi humilde opinión, en que  hemos olvidado,  que el ser humano es por lo menos una diversidad: cuerpo y espíritu.  -Hay quienes defienden una diferencia entre alma y espíritu: la primera es la que confiere vida a todos lo seres vivientes, y el segundo  sería un atributo exclusivo del hombre-. El cuerpo posee  características comunes a la de los animales,  siendo justamente el espíritu o alma lo que lo distingue de ellos.  El cuerpo es algo tangible, concreto, apetece por lo tanto lo material, lo  concreto.  Su dimensión espiritual en cambio, constituye  su parte abstracta, por decirlo así, intangible; pero es innegable su existencia. 
 No solamente reside en él la capacidad  de conocer,  de relacionarse a un nivel superior,  reside también en él la capacidad de amar, en el sentido mas amplio de la palabra, el lazo supremo que mantiene unido al Universo.  Pero así como el cuerpo requiere  alimento para subsistir y desarrollarse, el espíritu  necesita también que se ocupen de él y lo cuiden… para que no enferme.  Y si esto no sucede , se siente mal, y su dueño experimenta este malestar allá, en lo mas profundo de su inconsciente, sin lograr determinar su origen.  Para resumir, nos hemos olvidado de lo espiritual, para dedicarnos cada vez mas y mas a lo material.  Todo el tiempo del cual disponemos lo invertimos en lo último. 

       -Amelia.  "Rodolfo, dices cosas extrañas, porque en síntesis estás dando a entender que nos estamos animalizando cada vez mas y mas, en vez de lo contrario.  ¿Te entendí acaso bien?

       -Rodolfo.  "Así es.  Y el subconsciente nos lo reprocha, pero no entendemos el reproche, ni sospechamos el porqué  de nuestra angustia, de nuestro malestar.  Esta es la tragedia de los tiempos actuales.  Pero creo que llegados a este punto, necesitamos oír la opinión de Sócrates, con una experiencia milenaria y un horizonte ilimitado,

       -Sócrates.  "Lo de experiencia milenaria lo acepto; no tanto lo de horizonte ilimitado, que solo es posible al Ser Supremo.  Fue una falaz mentira de los atenienses, que yo negara a los dioses.  El curso de mi vida y mi actitud ante la muerte lo demostraron sin lugar a dudas. 
              En realidad, los puntos de vista que Uds. han presentado a consideración me parecen correctos.  Vale sin embargo la pena insistir en el factor tiempo, vinimos acá para evaluar su valor en la angustia e infelicidad de la parte del mundo dominada por la tecnología y el dinero.  "Time is money"  (el tiempo es dinero) es un slogan frecuente.  A mi parecer es un concepto errado.  Da a entender que el dinero es el bien supremo, a el cual debemos aspirar por encima de todas las cosas.  Y da a entender también que debemos invertir nuestro tiempo en la búsqueda  del dinero.  Aquí está la gran falla de nuestra civilización occidental. 
              Guiados por esta enseñanza desde que los niños adquieren  uso de razón, y por las propagandas a todos los niveles, repitiendo sin cansarse, que  la felicidad se logra con la adquisición de bienes materiales, y por lo tanto efímeros, no es de extrañar la insatisfacción actual.  Allí está el origen de la infelicidad de las masas que integran la sociedad "primomundista", que actualmente, gracias a la globalización se está propagando a pasos agigantados, como un cáncer,  por el resto del globo.  Y no será posible ir cambiando esta situación, mientras no se invierta tiempo, mucho tiempo, en cambiar conceptos que son los que actualmente prevalecen.  Será una obra ciclópea, a desarrollar a nivel mundial. 
              Pero ya se me está acabando el tiempo de que puedo disponer  para atender vuestra invitación, y todavía nuestro médico no ha dicho la primera palabra en este intercambio de ideas. Veamos que nos dice Carlos.

       -Carlos.  "Las condiciones inherentes a la vida moderna, magistralmente comentadas por todos ustedes, se han reflejado de manera importante sobre el ser humano; tanto en su cuerpo  como en su espíritu. 
              La angustia del hombre moderno, bien comentada por ustedes al comienzo, induce a muchos a fumar una y hasta dos cajetillas de cigarrillos al día; con las graves consecuencias que ustedes conocen -cáncer del pulmón y trastornos circulatorios-.  Esta misma angustia induce a otros a ingerir constantemente alimentos, generalmente ricos en azúcar y grasas -caramelos, helados, y postres en general.  La obesidad, origen de un tipo de diabetes  y la ateroesclerosis, son el resultado funesto de estos hábitos.  Hasta el punto que la muerte por enfermedades cardiovasculares, se disputan el primer puesto con el cáncer y los accidentes automovilísticos.  
              Muy importante ha sido el impacto de la vida azarosa del hombre "civilizado" moderno sobre su parte psíquica.  En efecto: Desde un punto de vista práctico, podemos dividir al ser humano en tres categorías: la de los hipersensibles (aproximadamente un 25 %), la de los normosensibles (aproximadamente un 50 %) y la de los hiposensibles (un 25 %).  De acuerdo a la categoría a la cual pertenezca un determinado individuo, será mas o menos afectado por las condiciones de la vida moderna. 
              Los hipersensibles, son personas hiperresponsables, y son por lo tanto las mas afectadas y las que mas "enferman". Se la pasan angustiadas porque el tiempo no les alcanza para nada: son tantas las cosas que consideran indispensables hacer.  Van donde el médico, donde el uno donde el otro,  una y otra vez con las manifestaciones mas disímiles; generalmente a nivel del aparato digestivo.  Se someten a dietas estrictas, que le amargan la existencia; toman toda una gama de medicamentos que le cuestan una fortuna; sin lograr su "curación".  Solo encuentran alivio cuando alguien les da a entender que es lo que les está pasando, asegurándoles que no tienen una enfermedad orgánica.  Solo por esta vía, cambiando su actitud hacia la vida, reflexionado sobre los principios trascendentales, encuentran la posibilidad de convivir cómodamente con su personalidad.
              Para alcanzar este conocimiento de si mismo, el enfermo necesita de un médico que disponga de tiempo, de mucho tiempo, del necesario para  entender a la persona que tiene enfrente como paciente; para conocer su personalidad, incluyendo su situación emocional y anímica. Pero los médicos modernos, esclavizados por la tecnología actual, no disponen de tiempo para este tipo de enfermos; que en las ciudades grandes alcanzan aproximadamente un 70 % de los que consultan por trastornos del aparato digestivo. 
              Por esta falta de tiempo para hablar con el paciente, interpretando por esta vía el lenguaje de su enfermedad, se cometen con cierta frecuencia graves errores de diagnóstico.  Pero la situación descrita, está también afectando a muchos de los normosensibles.   
              Por esta falta de tiempo sufre la relación médico-paciente, una relación fundamental para el éxito en el ejercicio de la profesión hipocrática.
              En resumen, la carrera hacia lo material, el culto al dios dinero sin una compensación a nivel espiritual, porque no hay tiempo para ello, hace a una gran parte de la humanidad del mundo desarrollado una sociedad enferma, una sociedad infeliz, una sociedad con máscaras, una sociedad hipócrita. 
              Conozco a un colega.  Trabajamos en el mismo hospital.  Y un buen día renunció a su cargo, vendió su casa y su consultorio, y se retiró a vivir con su familia con un grupo de desadaptados a las circunstancias actuales “Los Peregrinos”  Ya han pasado varios años desde que tomó esa decisión.  Se encuentran felices y contentos, sin la inmensa carga que impone la sociedad de consumo.  Dedicado a su familia, a la formación de los hijos, a su propia formación cultural y espiritual.   No poseen aparato de televisión, ni se interesan por la prensa.  
              Bien, no creo oportuno extenderme mas sobre este inagotable e interesante tema; ya hemos intervenido todos, y Sócrates nos acaba de expresar que su disponibilidad de tiempo se acerca a su final, y quisiera preguntarle, si estaría de acuerdo en que cada uno de los participantes emitiese escuetamente una última síntesis en relación al tema tratado”.

       -Sócrates.  Estoy totalmente de acuerdo.  Aún mas, me parece útil y necesario.  Sugiero que comencemos por Amelia.
      
       -Amelia.  "Agradezco mucho la oportunidad de intervenir una vez mas,  Y solo tengo que decir que se me ha abierto un horizonte nuevo, insospechado, en el cual nunca antes había pensado.  Gracias!  Estoy de acuerdo con todo lo expresado, pero no es fácil cambiar mi ritmo de vida: todo el entorno conspira contra ese cambio.  Pero lo haré, hasta donde me sea posible.  Consciente ya de la problemática existencial actual.  Ahora entiendo, tal como lo acaba de exponer Carlos, la existencia de grupos humanos, cada vez mas numerosos, que para alcanzar su felicidad rompen sus vínculos con la sociedad materialista, y dedican su tiempo al cultivo espiritual.  ¿Le cedemos la palabra al amigo psiquiatra?

       -Rodolfo.  “¡Gracias Amelia! No hay otro camino.  Las civilizaciones del Asia oriental, comenzando por la India, se ocuparon mucho de la parte espiritual del ser humano y del sendero hacia su bienestar anímico: desde hace unos 3.000 a 5.000 años.    El budismo Zen es uno de sus exponentes mas destacados.  ¿Acaso la doctrina cristiana no está basada en la creencia en un alma (o espíritu) inmortal,  del cual debemos cuidar con el mayor esmero por encima de todas las cosas?

-Gustavo.  "En mi calidad de sociólogo podría decir que no hemos descubierto nada nuevo.  Solo hemos comentado una verdad, que la civilización industrial ha ido soslayando cada vez mas, en favor del diabólico Dios Dinero.  Nuestro precioso tiempo, nuestro recurso no renovable, lo estamos invirtiendo en comprar pseudofelicidad, en servir a un dios efímero, con  pies de barro.  No es pues de extrañar nuestro malestar, nuestra depresión, nuestro temor a la muerte.
              Si el tiempo se pudiese comprar con dinero, el slogan sería "Money for buying time" -dinero para comprar tiempo-; una tarea imposible para la mayoría de las personas. 
              Viene al caso recordar al antropólogo norteamericano que se casó con una joven india yanomami y se la llevó a vivir a Norteamérica. Tuvo con ella tres hijos. Por televisión se proyectó la imagen de ella en un automercado, detrás de un carrito de compras.   ¿Pensó quizás él, que para ella llegar a Norteamérica significaría algo así como haber llegado al cielo?   Cortos años mas tarde le pidió que la llevara   a visitar a su tribu en la selva…y una vez allá le manifestó que se quedaba con su gente (?).  Aquiles, nuestro filósofo ¿cual es tu último comentario?

       -Aquiles.  "Antes de terminar quiero hacerles una pregunta:  ¿Creen ustedes que esto que hemos conversado acá, y que vamos a difundir cambiará en algo lo que está sucediendo?  ¿No habremos acaso perdido inútilmente el tiempo invertido en est reunión, y el que dediquemos en difundir lo discutido?   Me parece que para cerrar este interesante cambio de opiniones, este "brain storming", como dicen los Norteamericanos, debemos pedirle a Sócrates que cierre con broche de oro este encuentro. 
              “Pienso que serán muy pocos los que lean la publicación de esta entrevista -el hombre moderno no lee-  y los que la lean pensarán que somos anticuados, que lo aquí expuesto no tiene vigencia en el mundo actual.  A solo una ínfima minoría, a personas cercanas a nosotros,  les servirá como tema de reflexión, y contribuirá a que los mas inteligentes realicen cambios en sus actitudes frente a la vida.  A pesar de todo pienso que ha sido necesario el esfuerzo invertido, que hemos cumplido con un deber de consciencia, y que debemos continuar  reuniones como esta y hacer conocer sus conclusiones.   
              Sócrates, para terminar voy a decirte, en nombre de todos nosotros, que te agradecemos mucho, tu invalorable compañía.  Tenemos mas temas que desearíamos comentar.           Sabemos que tu “tiempo es oro”, en el sentido figurado de la palabra, y que no dispones de excedente alguno.  Creo interpretar la opinión de todos en el sentido de que seas tu quien cierre con broche de oro este coloquio.

       - ¡Ciertamente, es indispensable! acordaron todos por unanimidad.

       -Sócrates.  En esta reunión hemos llegado a la conclusión:
       a) de que el tiempo es un factor indispensable, no renovable, y que en consecuencia debemos utilizarlo de la mejor manera, sin despilfarrarlo;
       b) de que el desarrollo científico y tecnológico, y el consiguiente materialismo, no permiten al ser humano moderno, perteneciente al mundo desarrollado, cultivar adecuadamente su dimensión espiritual, la mas importante del ser humano, y  encontrar así la paz, el sosiego y la armonía interna.  Sin  esta paz, este sosiego y esta armonía, no es posible  levantar una familia feliz y digna, sin ellos, la creatividad, fuente de bienestar y autoestima, degenera y termina por sucumbir; sin ella germina la angustia y los consiguientes trastornos de salud. 
              ¿Nos imaginamos hoy en día a un artista dedicado a una obra como la ejecutada por Miguel Angel?  Los pensamientos valiosos, la creatividad,  son como las golondrinas:  solo anidan donde hay paz y seguridad; indispensables para que germinen sus frutos trascendentales. 
              Una mente atormentada es como un basurero, en el cual solo crecen las moscas y toda clase de alimañas.
              No soy tan pesimista como ustedes.  Me parece que hay una multitud creciente en busca de un camino, convencidos de que el andado hasta ahora no lleva a la felicidad.  Al contrario, es alarmante la multiplicación creciente, de problemas… sin una solución a la vista.  Creciente es también el número de enfermos que requieren de la psiquiatría. 

       Creo no equivocarme al estimar que el número de personas que inconscientemente anhelan que les hablen, que les comenten lo aquí tratado, es mucho mayor de lo que ustedes piensan.  El tiempo nos lo dirá.                      
              Ha sido un especial placer conversar con ustedes.  Mi destino y complacencia es ayudar a la humanidad.  Fue lo que traté de hacer en Atenas, y coseché una  condena a muerte.  Para bien mío y de la humanidad. 
              Con gusto atenderé a cualquier invitación que me hagan en el futuro.  ¡Hasta la vista!

Corolario.  “Los tiempos que corren en el mundo “civilizado”, no favorecen  la salud: ni la espiritual, ni la corporal.







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